domingo, 2 de noviembre de 2008

Armando Roa Vial: El apocalipsis de las palabras





*Por Marian Lutzky

Del otro lado de la cordillera, en Santiago, nace Armando Roa Vial en 1966.
Es uno de esos poetas que al leerlos sentimos su inmortalidad, el deseo de que perdure su magia a través del tiempo. Su poesía se escucha, como un impromptu apasionado de Chopin, una sonata patética de Beethoven o un claro de luna donde la muerte es claustrofobia y la vida y la incógnita hacen florecer a la primavera desde el lenguaje y la música de las palabras. Armando es, sin dudas, un hacedor multifacético. Intérprete de cello y abogado penalista, su búsqueda poética se acerca a la vida y a la muerte y a la enfermedad. Influenciado por un padre Psiquiatra, puede escribir la terrible procesión de una receta médica, en unos poemas titulados entre otros "Acedia: ravotril o.5 mm.”, “Hipocondriasis i: tegretal 1 mm . Hacer las palabras un grito, una música que no se agota en el sonido, revelando un sentimiento en sí donde la palabra es símbolo y es evocación.

El poeta y narrador, compositor, políglota, trasgresor de las barreras artificiosas entre los géneros, investigador, ensayista, trasgresor del tiempo y espacio, nos demuestra que se está vivo, que el escritor crece en su obra, nos revuelve las letras y nos intima en preguntas. Nos deja en el ensimismamiento de la poesía que nos hace sentir, vivenciar. Recibimos esa pulsión de vida y de muerte a través de su palabra.

El poeta entonces, vive. Escuchémoslo nosotros

En alguna entrevista has contado que de niño tomaste el té con Borges… Contanos de ese encuentro ¿Cómo influyó en vos?
Sí, así es, aunque no era tan niño. Tenía 16 años y lo visitamos junto a mis padres y mi hermana, gracias al contacto de un librero de Buenos Aires. Lo llamamos por teléfono y nos invitó a tomar té a su departamento. Así de sencillo, sin pasar por intermediarios o secretarias. Fue un encuentro imborrable. La simpatía, la modestia y la cultura de Borges matizaron una conversación muy entretenida sobre sus sueños, esperanzas y temores y de cómo éstos se veían reflejados en su obra. El momento más especial se produjo cuando nos recitó el “Padrenuestro” en anglosajón, donde la aspereza del inglés antiguo y la guturalidad de la voz de Borges se conjugaron en un efecto sonoro muy potente, que nunca olvido. Borges ha sido para mí siempre un autor de cabecera: su mayor influencia en mí ha sido el descubrir la dimensión creativa de la escritura como un acto de lectura, operaciones gemelas e indisociables, y también la noción de la obra literaria como texto abierto, inacabado, susceptible de infinitas reelaboraciones o reescrituras.


¿Cómo empezaste a escribir? ¿Qué sentiste cuando escribiste tu primer poema?
Empecé a escribir estimulado por la literatura fantástica y de aventuras, por el placer de libros como “La Isla del Tesoro” o las “Aventuras de Arthur Gordon Pym”. La poesía me comenzó a interesar en la adolescencia, ya que pensé que en ella se podía fundir el arte de la palabra con otra gran pasión: la música. No recuerdo lo qué sentí al escribir mi primer poema, aunque sí la alegría al leer el primero verso de un poeta que me gustó: “A thing of beauty is joy a forever”, “algo bello es un goce eterno”, de John Keats. Fue una emoción tremenda, muy teñida de nostalgia.

Aristóteles decía que “nada hay en común, excepto la métrica, entre Homero y Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta al primero y fisiólogo al segundo” ¿Qué es lo que hace que un poeta sea un poeta?
Lo que hace un poeta sea poeta lo dijo, de manera casi insuperable, un poeta que desconfiaba de los poetas. Se llamaba Edward Cummings: “el poeta es un hombre que es capaz de dar su vida por salvar la arquitectura de un rayo de sol”.


Sos una persona versátil, además de traducir el Beowulf, de ser ensayista, narrador, poeta, sos intérprete de cello. ¿Cómo se relaciona la música con tu literatura?
La música siempre ha ocupado una dimensión fundamental en mi escritura. En el caso de la poesía, probablemente la forma de verso que más me ha influido es el verso aliterado, donde ritmo y sonido se funden. La palabra es una forma de hacer audible al mundo; comparte con la música la presencia de sonoridades y tesituras , de un tejidos y un pulso; pero a diferencia de la música posee la virtud de la referencialidad, de tener una residencia en realidades tangibles y no agotarse en lo puramente sonoro.

Yo creo que hay poesías sin poemas; un paisaje, una sensación, una persona, pueden ser poéticos ¿Qué instantes poéticos te deleitan?
Así es, la poesía en ningún caso queda confinada al poema; puede ser perfectamente un territorio sin mapas verbales. No sé cuáles pueden ser los instantes más poéticos, precisamente porque lo poético, al menos para mí, está en la sorpresa, en el asombro ante el despertar de algo que nunca termina de despertar, que irrumpe con la fuerza de lo inédito allí donde nada parecía inédito, y que nos interpela con una mezcla de pudor y coquetería, mostrándose y escondiéndose, acercándose y alejándose.

Tu padre, Psiquiatra, vos, te has recibido abogado penalista, ¿Cómo influye tu padre y tu carrera en tu poética?
Mi padre me influyó muchísimo. Tenía una biblioteca monumental y era un lector muy voraz, no sólo en su área, sino también en historia, filosofía y literatura. Fue él quien me mostró a poetas como Keats, Whitman, Eliot o Pound. Además, era un humanista ejemplar, que vivió siempre como una persona cabal, muy leal a sus convicciones y sus afectos. La profesión de abogado me ha ayudado para algo muy saludable: mantenerme fuera de las “academias literarias” y, en general, de tantos poderes fácticos que medran en los ambientes intelectuales buscando domesticar la creación en nombre de tal o cual canon, dogma o consigna.

¿Cuáles son las preocupaciones en tu escritura?
Me interesa el problema de la referencialidad del lenguaje, del poder o la impotencia de la palabra ante aquello que nombra, una poesía sobre las posibilidades de la poesía. Al mismo tiempo me apasiona el tema del poema abierto, susceptible de infinitas mutaciones, y es ahí donde entra el tema de la traducción, la reescritura y todas las formas de intertextualidad, borrando la barrera entre el lector y el escritor, poniendo entre paréntesis la noción de autoría.

Celan dice “Sólo manos verdaderas escriben verdaderos poemas”; ¿Quién para vos es un verdadero poeta, con todas las letras?
Lo de Celan es muy lindo y creo que él mismo fue un ejemplo de poeta verdadero, es decir, insobornable, escribiendo porque sentía una necesidad fatal e impostergable de hacerlo, jugándose la vida en ello.

Hay unos versos tuyos que me enloquecen el pensamiento: "El silencio, después de todo, es una liberación solitaria. Quemados los nombres, desbautizadas las cosas: el apocalipsis de las palabras." ¿Qué lugar ocupa la palabra en tu poesía? ¿Qué significa para vos?
Mira, esos versos juegan con varios poemas de Celan y apuntan a una obsesión que cruza toda mi poesía: la posibilidad de un lenguaje verbal que se abisma en el silencio para buscar nuevas zonas de significado. El silencio no lo veo como ausencia; es más bien el espacio que se abre entre la palabra y la cosa designada por la palabra, ese hiato intermedio que es el territorio seminal donde se fragua la referencialidad del lenguaje. El poema es entonces una tentativa de espeleología, un desplazarse no ya en la superficie del significado sino en su madriguera, su sótano

En tu último libro “Los hipocondríacos no se mueren de miedo” y en otros anteriores como “Zarabanda de la muerte oscura”, hay un tema recurrente que es la enfermedad y la muerte… ¿Qué papel cumple en tu poesía la muerte? ¿Qué es para vos, morir en tu poesía?
Sí, la muerte y enfermedad me acompañan siempre. Vivimos en una época donde la muerte y, en general, los signos de fragilidad física, son escondidos, disfrazados o maquillados. Y yo apuesto a lo contrario: a la salubridad de la enfermedad, que nos ayuda a sentirnos vivos. Estar enfermo es, etimológicamente, no estar firme, lo cual es una metáfora que se puede trasladar al lenguaje, que jamás está asentado, que siempre está luchando por tomar forma y no desaparecer. En mi poesía la muerte es eso: un saberse no instalado, ni siquiera en el poema mismo, el que va deshaciéndose una y otra vez en muchas voces que se buscan unas a otras. .

¿Te arrepentis de algo que hayas publicado?
Estoy siempre arrepentido. El poema pide arrepentimiento para que podamos volver una y otra vez sobre él.


¿Cuál es el poema que más te ha marcado en tu escritura, aquel al que le tengas un aprecio especial?
Creo que el poema “A la palabra Sótano”, porque prefigura todo lo que viene después.

¿Quién o quienes son infaltables en tu mesita de luz?
Probablemente al autor que más leo y releo es Ezra Pound. Le debo casi todo. Siempre lo llevo conmigo porque la emoción que me embarga al leerlo nunca pierde intensidad.

¿Algún consejo para alguien que quiera ser poeta?
Que lea muchísimo; un buen lector es ya un buen poeta. Si la tentación de escribir lo doblega, que lo haga, con sangre sudor y lágrimas, sin apuros ni complacencias. Que no se deje seducir por nada que no nazca de una convicción profunda, firmemente sentida. Que deje a un lado las pirotecnias de los cánones y los dogmas. Que desconfíe de los mandarines de la academia y de la prensa como también de los pandillajes literarios. Y lo más importante: que sea una persona buena, generosa, íntegra. No hay mayor sensibilidad ni mejor inteligencia que la bondad.


Y por último… ¿Qué te provoca la poesía?
La alegría de volver al asombro de la niñez.

Algunos poemas:


De la palabra sótano



De tanto jugar con el lenguaje
olvidé cerrar la puerta de la palabra sótano
y la noche se desbarrancó escaleras abajo
entre paredes que se ajaban en silencio
y estertores de relojes
y baúles polvorientos
y un vago tumulto de pensamientos muertos.
Todo se volvió subterráneo
hasta perder sus raíces en medio de la oscuridad.
Y entonces sentí que algo se despeñaba
en la profundidad devoradora de mi boca
hasta convertirse en forma sombría,
en opresión de tierra
y en proximidad de huesos.



DE LA CITA VIII


Ese Apocalipsis
de las palabras
-tanto labio depuesto en boca del silencio-
celebrando
la pubertad de la muerte
-muerte en celo,
expresión tomada al pie de una frase
que no puede sostenerse a solas:
soy el que soy porque nadie soy.

1 comentario:

Xim dijo...

Impresionante la entrevista! aplausos!!